Guía del lenguaje del abanico
Hoy te cuento la historia secreta del lenguaje del abanico.
Durante el siglo XIX y comienzos del XX, en España, pero también en el Reino de las Dos Sicilias —que poco antes se había convertido en el sur de Italia—, el abanico fue una herramienta de comunicación ideal en una época en la que no existía WhatsApp y la posibilidad de que una mujer hablara con un hombre era muy limitada y siempre bajo la vigilancia de la familia.
Estos son los principales gestos y sus significados que conformaron lo que se llamó el lenguaje secreto del abanico, que, gracias a posiciones o movimientos rápidos y casi imperceptibles, permitían a una mujer comunicarse con un hombre que la observaba.
Además, le permitían negar, en caso de que la viera un padre o un hermano mayor, que ese gesto tuviera algún significado, alegando que había sido totalmente accidental y que era él quien quería interpretarlo maliciosamente.
A día de hoy, aunque ya no cumplen esta función, todavía podemos encontrarlos, ya sea como juego o en el teatro.
Gestos y significado del abanico
- Tocar con el dedo el borde: Quiero hablar contigo.
 - Sujetar el abanico con la mano derecha delante del rostro: Sígueme.
 - Sujetarlo con la mano izquierda delante del rostro: Quiero conocerte.
 - Moverlo con la mano izquierda: Nos están mirando.
 - Número de varillas mostradas: Responde a la pregunta: “¿A qué hora?”
 - Cambiarlo a la mano derecha: Eres un hombre valiente.
 - Deslizarlo por la frente: Has cambiado.
 - Dejarlo deslizar sobre los ojos: Vete, por favor.
 - Abierto y sujeto con ambas manos: Perdóname.
 - Acercarlo al oído izquierdo: Quiero que me dejes en paz.
 - Lanzarlo con la mano: Te odio.
 - Moverlo con la mano derecha: Amo a otro.
 - Presentarlo cerrado: ¿Me quieres?
 - Dejarlo deslizar por la mejilla: Te amo.
 - Cubrirse la oreja izquierda con el abanico abierto: No traiciones nuestro secreto.
 - Apoyarlo en la mejilla derecha: Sí.
 - Apoyarlo en la mejilla izquierda: No.
 - Abrirlo y cerrarlo: Eres cruel.
 - Dejarlo colgado: Seguiremos siendo amigos.
 - Abanicarme rápidamente: Estoy comprometida.
 - Abanicarme lentamente: Estoy casada.
 - Abrirlo con la mano izquierda: Ven a hablar conmigo.
 - Apoyar el abanico en los labios: ¡Bésame!
 - Abrirlo lentamente y nada más: Espérame.
 - Golpearlo cerrado contra la mano izquierda: Escríbeme.
 - Abierto cubriendo la boca: Estoy sola.
 - Cerrar a la mitad el lado derecho sobre el izquierdo: No puedo.
 
Conclusión
Seguramente hoy el abanico ya no sirve para enviar mensajes secretos, pero como cualquier prenda o complemento, sí que sirve para expresar nuestra personalidad y nuestra manera de ser.
Por lo tanto, no es solo un objeto para darnos aire en los días calurosos de verano.
Son frecuentes las ocasiones en las que sacar de tu bolso un abanico de plástico estampado, que recibiste como regalo junto con una revista, te provoca cierta vergüenza y prefieres aguantar el calor antes que quedar mal.
Por eso, un abanico artesanal de madera, pintado a mano con estilo, puede hacerte sentir mejor y salvarte del calor y de una mala impresión.
El lenguaje del abanico, por lo tanto, sigue existiendo hoy. Y por eso es importante comprar el abanico adecuado.


